jueves, 5 de junio de 2014

SOMOS IGUALES – La otra patria perdida”

                                                                       Por: Fidel Núñez
Nunca he creído en los milagros; siempre me han parecido ficción o una fe ficticia en algo que ocurre por un azar de la dinámica de la vida. Aunque sé que suceden cosas que cambian el rumbo de la historia. Lo creí de Venezuela, y no me arrepiento de haber confiado; pero sí de haberme equivocado. Ha sido una ilusión perdida más, y está siendo otra gran pesadilla.
“Los venezolanos sí que son “arrechos”; ellos no van a permitir lo que en Cuba” –he pensado a lo largo de este proceso social que emergió de parte de una valiente minoría, fundamentalmente jóvenes estudiantes y una ínfima parte de la población más consciente y que más se sensibiliza con la brutal represión “fascista-comunista” de una dictadura-impuesta por un moribundo político y consentida por una población indiferente y, creo, desconocedora de sus consecuencias.
Sin ser un adepto a las redes sociales, llegué a involucrarme con ahínco con el objetivo de seguir, aunque desde la distancia, lo que está aconteciendo en cada rincón de la bella tierra venezolana. Les confieso que nunca había visto tanta brutalidad, tanta gente horrorizada, tanto dolor, impotencia.  Tampoco tanta represión.  Me he sentido avergonzado espiritualmente al ver tanta traición,  indiferencia, pasividad y conformismo -mismos que fortalecen cotidianamente la permanencia y arrogancia de la dictadura; apoyada por esbirros militares y civiles, lacayos de una ideología que ni conocen.
Decidí mezclarme, interactuar con cibernautas, discutir sobre diferentes temas, aportar mis experiencias y alertar de las consecuencias reales, del futuro que les espera a partir de los acontecimientos ocurridos hasta hoy y que veo venir. Muchos no lo ven-como no lo vimos los cubanos. Peor aún, conociendo las experiencias de la isla caribeña, teniendo la información que no poseíamos nosotros, contando con los medios tecnológicos, redes sociales y con una cultura de las más avanzadas de América Latina, están tan ciegos como lo estuvimos nosotros (aunque mi padre decía que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”). Y ello trae consecuencias.
Descubrí que hay gente valiente, que sí son capaces de ver lo que sucede y lo que se avecina para toda la nación. Noté que hay descontento popular en gran escala; como también hay soñadores que aún creen en aquello de que “Venezuela es tierra de libertadores”-y citan a Bolívar para todo.  Como si el libertador fuera a reencarnar y liberar la patria del yugo opresor… y sin ofender la historia de la nación, pero hay que ubicarse en el tiempo y el espacio. Bolívar hizo lo que fue capaz en su época. Hoy le toca a un pueblo, heredero de esos mismos valores, pero en circunstancias disímiles.   Los cubanos nos hemos vanagloriados de ser hijos de héroes y mártires luchadores por la independencia de la isla; como Maceo, Gómez o Martí. Nuestra historia de lucha por la independencia y libertad ha sido reconocida por muchos. Y los cubanos nos quedamos, aparentemente, esperando por la resurrección de esos compatriotas de siglos anteriores. Medio siglo después, nos estamos dando cuenta que era el pueblo de hoy quien tenía que luchar contra la bota opresora y la usurpación política por parte de una camarilla de rebeldes terroristas.
El dolor se ha apoderado de una población aterrorizada por sus propios compatriotas, militares subyugados, adoctrinados y engañados. Todo un ejército pertrechado de los mejores medios de represión y con la mayor indolencia humana, capaces hasta de matar a quien se le interponga. Y todo en nombre de una doctrina-que se ha comprobado es para reprimir, privar de libertades, humillar a sus propios ciudadanos, eliminar todo bienestar y felicidad de un pueblo que pudiera tenerlo todo. Exclusivamente justificando la avaricia de poder, fortaleciendo el egocentrismo e incrementando la corrupción.
Siempre escuché que el socialismo sería una sociedad igualitaria. Y tenían razón –toda la población viviendo en la miseria, la carencia, la desesperación, el engaño, la represión; odiándose entre ciudadanos por un pedazo de pan-a lo hitleriano. Claro, la nomenclatura en el poder esta exenta de estas peculiaridades.  Nunca creí que familias llegaran a ser divididas por ideologías, aunque padeciendo las mismas calamidades sociales.  Porque no crean los chavistas y seguidores de la tendencia política en el poder que van a ser privilegiados por los corruptos dirigentes.
Líderes valientes como Leopoldo, Corina, y muchos otros, los tuvimos también los cubanos, pero fueron aplastados por un gobierno represor y por una sociedad ignorante. Agresiones de todos los calibres contra familias, jóvenes y ciudadanos -que solo pensábamos distinto, que queríamos una Cuba con libertades, con derechos, con mejores condiciones sociales-nunca faltaron.
Tantos exiliados políticos (yo los llamo “desterrados”) expulsados de su patria y sin derecho a retorno es el resultado de una sociedad pasiva, indiferente y- aunque con miedo- indolente. Lo triste de esta historia, que se repite, es que no tiene vuelta atrás.  Revisen la historia de los países con dictaduras – o permanecen por décadas en el poder, o son derrocadas por movimientos populares masivos, a un alto coste de vidas.
Acusar a los cubanos de sus desgracias es igual a como los comunistas culpan al imperialismo de sus derrotas. En mi patria considerábamos a los soviéticos invasores y les achacábamos todos los males de la isla.  Cuan equivocados estábamos. No son los pobladores extranjeros los que tiranizan, reprimen, usurpan y destruyen vuestro patrimonio socio-económico y cultural. Y si así fuera, son autorizados por el dictador y sus secuaces. No es a los cubanos a quienes hay que odiar y culpar, es a la dictadura que los traiciona.  Estoy a favor de una retirada de toda injerencia extranjera en los asuntos internos de los venezolanos. Entonces, entiéndase, son los venezolanos los que tienen que solucionarlo.
Y quisiera equivocarme y no pensar que somos iguales, y que se está perdiendo otra patria. No es tarde aún. Mucho se puede hacer por revertir la situación.
En la unidad está la fuerza; dividir es la técnica aplicada durante decenios por las dictaduras. No dejen que sigan asesinando a estudiantes y jóvenes indefensos, hagan un llamado nacional al unísono en contra de un gobierno corrupto y sanguinario. Con las dictaduras no se dialoga, hay que derrocarlas por la fuerza.
La humanidad agradecerá que Venezuela no sea un bastión más del comunismo. Los venezolanos se sentirán sin deudas ante la patria, recobrarán su identidad, y serán dignos, admirados y respetados por todos. Sera la patria que todos sueñan.  De lo contrario, serán otra patria perdida.

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