jueves, 5 de junio de 2014

Doloroso olvido

Por Fidel Núñez
Más de cien días en cautiverio, aislado, abandonado y maltratado por las hordas comunistas, que no tolerarán oposición libre, pensamientos que hieran su doctrina. Como una liebre acosada por sus predadores, lucha por su libertad, su inocencia, sus convicciones. Pero nada lo librará de la brutal injusticia de una dictadura represora, que expande sus garras asesinas por el territorio nacional, y más allá, en su afán de dar continuidad y afianzar el totalitarismo que avala cada vez más las “irregularidades” jurídicas ante los ojos opacos de gobiernos de la región y de las Naciones Unidas. Más doloroso aun, ante la mirada inerte de millones de compatriotas.
Quien no recuerda con emoción, y dolor al mismo tiempo, las imágenes de su entrega voluntaria –error táctico, a mi juicio- a los esbirros de una dictadura sin escrúpulos ni valores éticos, políticos, morales; mucho menos sociales. Fue como entregar una presa a sabuesos hambrientos. “Cayó como un conejillo de indias”-dijeron muchos que sabían su destino. Será ejemplarizante su condena; para demostrar que contra le maquinaria fascista no se juega; y para revelar lo que le sucederá a los que sigan su ejemplo.
No importa a cuántos años lo condenarán –uno, cinco o diez. Ya fue condenado sin ser juzgado. Ya lo humillaron, lo privaron de sus derechos elementales, lo utilizaron como trofeo político. No lo callarán –eso lo sabemos los que tenemos vergüenza y dignidad. Quien lo está silenciando no es la dictadura, es la sociedad, es la patria, son los millones de indiferentes-por los que él ha luchado.  Él pensó en ellos; ellos lo han olvidado.
No solo están abandonando a Leopoldo, están abandonando a Venezuela, están olvidando a sus seres queridos, se están olvidando a sí mismos.  Están entregando sus ideales, sus libertades, sus propias convicciones, su dignidad a un grupo de corruptos e ineptos bandidos, adoctrinados por ideales fascista-comunistas. Y sepan, es algo que no recuperarán una vez perdido.
Conozco bien las luchas idealistas contra una dictadura cerrada y totalitaria – es la lucha de David contra Goliat. Se requiere más que de convicciones e ideales. Se demanda el apoyo de multitudes con la “razón”. Se ha demostrado a lo largo de la historia a nivel mundial: una multitud indignada hace valer sus razones.
Quienes nunca lo abandonarán son sus seres queridos, y los ciudadanos agradecidos de su valentía, de su amor por los demás. 
Confiemos en que no está en un doloroso olvido, porque lo recordarán siempre-solo que será demasiado tarde.

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